jueves, 25 de agosto de 2011

EL INSTITUTO “ERMITA DEL TOLOLAR”. IMPRESIONES

Experiencias de voluntarios en León. Verano 2011. Manuel Hernández Martínez.

Tercera parte.

El miércoles tengo dos clases, y es otro día “D”. En casa no ha habido luz por la tarde –problema que se repite muchas tardes y noches enteras- y tengo la aprensión de que si no hay luz en el instituto no podré poner la película prevista. Comienzo la mañana puntualmente… No, tardamos un poco, primero limpieza, luego entran poco a poco, incluso cuando un profesor al rato introduce a alumnos que faltaban y que estaban simplemente al lado de la clase. El comienzo, lento pero tranquilo, pues estoy solo con ellos al principio y están callados y ordenados, es triste de nuevo pues ese silencio sigue en la participación de este grupo de séptimo. Nadie ha hecho la tarea. Solo una alumna, Darling, me entrega su cuaderno, pero aunque elogio su trabajo realmente solo hay copiado, eso sí, muy limpio, lo que les había dictado que tenían que hacer, solo está escrito el enunciado de la tarea. No puedo llamarla deberes pues eso no lo entienden, como decirles que lo hagan a bolígrafo, es a lápiz, porque el de mina es lapicero. Gracias a la participación e interactuación de Luis –que ¡menos mal! no empieza a poner negativos de forma masiva- disponemos en la pizarra de un repertorio de animales y seres humanos del folklore, de la fantasía, de la cultura de ultratumba de Nicaragua, de León, de la montaña e incluso del instituto. Antes de marcharme de clase los alumnos se comprometen a poner por escrito, de forma aproximadamente enciclopédica, sus explicaciones sobre estos seres fantásticos o populares.

Aprovecho para acercarme a la biblioteca y sí que está dispuesto todo, gracias a mi inseparable Mercedes: cañón, altavoces, ordenador y ya están los archivos de Un perro andaluz en la pantalla. ¡Fantástico! En la clase de undécimo, como le he explicado a Luis, pretendo hacer un repaso rápido de su tarea y las correcciones precisas pues luego vamos a la Biblioteca a “videar” la primera película de Luis Buñuel. El repaso cuesta -¡Gracias a Dios!- más de lo esperado, pues Blanca, Arden Erika, Heizel, Víctor, Teresa, Karla, Efrén, Marvin, Mandelín, Katy, Idania, Marden, Mariela, Betty, Fabricio y Luis han cumplido, en diverso grado con la tarea (18 de 32, no está mal en comparación con porcentajes anteriores) y hay que leer sus textos y hago una corrección global, anulando algunos de ellos y proponiendo mejoras en sus “noticias” y “artículos de opinión”. Va a ser muy difícil que escriban dos textos distintos, así que les propongo que pueden elaborar uno solo en el que incorporen tanto los contenidos objetivos como su opinión o la de otros. Y siempre nos interesan más los temas locales o propios que los generales como los partidos Madrid vs. Barcelona, que aquí tienen tanta repercusión como en España.

Y por fin llega el momento de la película. Como estaba previsto, les invito a salir, y veo que no salen de golpe, efectivamente cumplen con la premisa de que no hagan ruido, pero además salen en formación. No me siguen, en principio, sino que me advierten que tengo que esperar a que se hagan dos filas para marchar los escasos treinta metros que nos separan de la Biblioteca. Pues allá vamos. En este momento de mi exposición he de aclarar, antes de seguir que estas impresiones, aunque están tomadas de mi experiencia en el Instituto “Ermita del Tololar”, las podría trasvasar al diario de viaje, pues es tanta la emoción de hacer el sueño realidad que mi disposición es más emotiva que pedagógica. Entramos al recinto que tanto cuida Dina, el lugar privilegiado, donde yo quiero realizar este ceremonial y no en un aula, porque quiero que efectivamente sea un acto sagrado esta proyección de Un perro andaluz para los alumnos mayores, los de undécimo, o nuestro primero de bachillerato. Ya he comentado con la profesora de Lengua esta actividad que encaja con su programa, no en el de Historia pues al parecer dan Filosofía, en décimo dan Economía. Pero el solo hecho de que el instituto hermanado sea “Luis Buñuel”, que la Biblioteca se llame “Luis Buñuel-Tololar”, es justificación para proyectar, y además me considero, como dicen por aquí, capacitado, y es una oportunidad para hacer algo más personal y genuino que mi tarea con la revista, actividad que tomo como una responsabilidad, con las satisfacciones y disgustos de las que voy dando cuenta.

Tenía pensado no explicar nada, incluso poner la presentación biográfica y ya la película, pero como hemos llegado más tarde de lo previsto, presento brevemente mis motivaciones. Incluso les cuento mi sueño, relatado en mi diario de viaje, donde me angustio porque no me da tiempo desde España a llegar a las 7 a.m. a mi tarea en el instituto, y el ahogo sentido hasta que desperté, para que recuerden experiencias similares donde sentimos físicamente y realmente la irrealidad del sueño, y donde podemos reconocer nuestras obsesiones y miedos. Les invito pues a ver la acumulación de sueños de unos artistas decisivos en la Historia del Arte. Los emplazo también a ver próximamente Los olvidados, película que entenderán mucho mejor, pero ahora tienen que abrir sus ojos, para asomarse al interior de la película y de sí mismos. Cierro las lamas de las ventanas para que se vea un poquito mejor, distancio el “data-show” y… ¡Proyección!

Dieciséis minutos después –que he aprovechado para tomar notas y ver sus reacciones- acaba la proyección. Aún quedan veinte minutos de clase, y aunque les he dicho que no les iba a explicar nada, pues nada había que explicar, no puedo evitar que ante mi pregunta ¿os ha gustado? y su esperable y efectivo silencio, les vaya explicando algunas imágenes y técnicas cinematográficas mientras proyectamos la película por segunda vez y sin sonido, como fue la primera vez que la proyectaron. Espero que haya sido una experiencia inolvidable para ellos, para mí sí lo ha sido.

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